Definición

 

El pueblo es el único soberano, y todo poder político emana de él. Desde esa perspectiva la democracia es la participación creciente del pueblo en la definición de su destino común. Es la toma de decisiones de forma empoderada en la vida pública, en la vida colectiva, en los asuntos políticos, económicos, culturales, familiares, educativos, médicos, etc., generando una creciente ampliación de derechos de las personas. Es más que una forma de gobierno o forma de acceder a él. Analizando los distintos tipos de democracia que pueden haber existido o que existen, promulgamos una de tipo participativa, protagónica, que debe radicalizar los ámbitos políticos en beneficio del pueblo y su soberanía, pero también debe inundar los ámbitos económicos, culturales y simbólicos. La democracia es un proceso de democratización que debe ser ascendente para lograr el Buen Vivir. En la actualidad la democracia, aún en su versión liberal y burguesa, está siendo socavada por los regímenes antipopulares, legitimados por los emporios mediáticos transnacionales y también por las élites nacionales en su giro antidemocrático y autoritario vía criminalización y judicialización. Nos organizamos para defender los derechos conquistados por los pueblos, aún incipientes, pero también para transformar y profundizar las democracias existentes para generar cada vez mayores niveles de participación protagónica del pueblo.

 

Líneas estratégicas

 

  • DEFENSA DE NUESTROS ACUMULADOS DEMOCRÁTICOS Y DERECHOS CONQUISTADOS

Comprendemos que los derechos que tenemos en la actualidad, aún muy lejos de representar a una sociedad igualitaria, son producto de victorias y disputas que hemos logrado como pueblo, los derechos laborales, sindicales, a la salud y a la educación pública y gratuita, a la vivienda digna, a la igualdad ante la ley, al acceso a la tierra, los derechos humanos, a la comunicación, a la defensa de las identidades y otros más, no pueden regalarse y dejar que las clases dominantes se los apropien para sí. Por eso la lucha por la defensa de estos no es una claudicación a la hegemonía liberal, sino una necesidad para la organización y acumulación en pos de un proyecto transformador; reconociendo las prácticas democráticas, participativas y comunitarias que existen en nuestros movimientos y organizaciones.

  • DEMOCRATIZACIÓN DE LOS ESCENARIOS E INSTANCIAS INTERNACIONALES

Las experiencias de instancias de participación de los movimientos populares en las nuevas arquitecturas de integración como ALBA- TCP, Unasur y Celac, son un punto de partida que aún debe mejorarse y potenciarse para lograr una real apropiación y materialización de estas . Sin embargo, y aun con sus limitaciones, han sido un gran paso para pensar nuevas formas de representatividad que rompan con los actores establecidos como legítimos por el poder para elaborar, debatir y ejecutar propuestas en el escenario internacional. La democratización de las instancias internacionales implica que los movimientos populares se constituyan en una voz legítima a ser escuchada con autonomía y con respeto de lógicas y formas; por una nueva diplomacia de los pueblos.

  • PUEBLO MOVILIZADO 

La movilización de masas como parte del ejercicio del poder popular e instrumento de presión a los poderes tradicionales. No hay posibilidad de transformación sin pueblo movilizado para avanzar y defender las políticas revolucionarias. Los ejemplos de Venezuela y Bolivia lo demuestran, cualquier proceso emancipador tiene como condición necesaria de concreción y mantención que la gente esté en la calle. Para esto es necesario fortalecer la organización social y popular, la articulación en espacios nacionales e internacionales, el trabajo de base, la formación política y la comunicación efectiva.

  • DERECHO A LA REBELIÓN DE LOS PUEBLOS 

Es un derecho reconocido a los pueblos frente a gobernantes de origen ilegítimo, que atentan contra los derechos del pueblo, o que han quebrantado el acuerdo social que les permitió llegar al gobierno. Tal ruptura o ilegitimidad autoriza la desobediencia civil y el uso de la fuerza con el fin de ponderar la voluntad popular y reemplazarlos por gobiernos reconocidos por la población. En la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, este derecho es reconocido en el Preámbulo:  “Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”

  • INSTRUMENTO POLÍTICO POR LA SOBERANÍA DE LOS PUEBLOS

Los movimientos populares tienen identidades, idiosincrasias, experiencias acumuladas y dinámicas distintas a las adoptadas y promovidas por los espacios institucionales. Sin embargo, la lucha del campo popular no puede perder la perspectiva de la disputa institucional, como escenario de articulación, sin detrimento de su autonomía. Es importante, por lo tanto, desde los movimientos populares involucrarse con la contienda, directa o indirectamente, ocupar espacios de poder gubernamental, así como sostener los logros alcanzados en dicho nivel. Simultáneamente, el campo popular debe plantear las alternativas y condiciones para una profundización de los proyectos populares, soberanos y democráticos.

  • PROCESO CONSTITUYENTE CONTINENTAL 

La unión e integración de Nuestra América requiere de una nueva institucionalidad revolucionaria que cristalice los procesos de acumulación y lucha de los pueblos. En las últimas décadas los procesos populares y revolucionarios en el continente que han logrado persistir las avanzadas imperialistas y conservadoras han logrado transformar sus estados nacionales a través de procesos constituyentes con alto grado de participación y movilización popular. Tomando esas experiencias como la de la República Bolivariana de Venezuela, y del Estado Plurinacional de Bolivia, proyectamos la construcción de un proceso movilizador y consultivo en todo el continente que permita la unión de nuestros pueblos desde la participación, y que pueda plasmarse en un nuevo marco jurídico y societal.

  • PODER POPULAR Y DEMOCRACIA PARTICIPATIVA Y PROTAGÓNICA 

La democracia participativa, es la soberanía popular la cual se hace tangible en el ejercicio de la voluntad general y el soberano, que no es sino un ser colectivo, no puede ser presentado más que por sí mismo. La democracia protagónica se basa en la defensa, conservación y desarrollo de la vida humana y en la corresponsabilidad solidaria por la vida del otro en comunidad, la cual está guiada por el bien común que tiene en la solidaridad principal sentido de la vida humana. El bien común determina el sentido de lo justo y lo bueno, lo cual determina el contenido de la legislación general. La participación protagónica está orientada a ocupar y consolidar espacios legítimos y formales de intercambio, comunicación y expresión de la ciudadanía con los órganos del poder público, para gobernar y compartir responsabilidades, en la gestión pública local. De esta manera se plantea una redistribución del poder como propiedad colectiva, que pertenece a todas y todos, y que ejerce a través de las diferentes instancias y mecanismos institucionales y comunitarios. El poder popular es aquel que se ejerce de forma directa e indirecta por una comunidad que delibera y acciona sobre la gestión de su vida cotidiana de forma democrática y participativa, y es el germen presente de la nueva organización social justa e igualitaria.

 

Bases para la Unidad en Lucha de Nuestra América