Las elecciones en Bolivia, el pasado 18 de octubre de 2020, confirmaron lo que varios analistas e investigaciones internacionales afirmaron desde el año pasado: la legitimidad de la victoria en las elecciones nacionales de Bolivia realizadas en octubre de 2019 y por ende un nuevo mandato de Evo Morales como presidente del Estado Plurinacional de Bolivia. 

Los rumores de fraude impulsados por el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, desataron una sucesión de hechos que finalizaron con un golpe de Estado contra el gobierno democráticamente electo de Evo Morales y Álvaro García Linera. Vale aclarar que al momento del golpe de Estado, dicho mandato aún no había cesado y habían sido ungidos por el voto popular en las elecciones de 2014. 

Entre el rumor de fraude y el golpe de Estado hubo represión, asesinatos por parte de fuerzas policiales y militares, persecución política, exiliados, la renuncia de Evo Morales a la presidencia y demás atropellos a los derechos civiles de los que el Secretario General de la OEA debe hacerse cargo, como responsable y cómplice de ese proceso destituyente, pero sobre todo por el silencio ante las masacres de Senkata y Sacaba.

Los resultados de las elecciones de octubre de 2020 arrojaron como resultado una contundente victoria del MAS-IPSP. Recientes estudios comparativos de las dos elecciones de 2019 y 2020 han demostrado que no existió tal fraude. Más que un rumor, podemos aseverar que se trató de una operación de desestabilización orquestada por intereses espurios que dinamitaron la institucionalidad de Bolivia para conformar un régimen basado en la represión y el racismo hacia las mayorías indígenas de Bolivia.

Luis Almagro como Secretario General de la OEA ha impulsado una agenda política de desestabilización en la región: por un lado desconociendo las sistemáticas violaciones de derechos humanos y crimenes de Estado contra la protesta social en Ecuador, Haití, Colombia, Chile y en la dictadura de 11 meses en Bolivia, gobiernos que impulsan agendas de entrega de soberanía alineados a la agenda de los EEUU; mientras que por otro lado promueve golpes de Estado y medidas coercitivas contra Venezuela, Cuba, Nicaragua y la misma Bolivia de antes del golpe, cuyos gobiernos impulsan proyectos de soberanía e integración regional. Nos corresponde decir que en medio de una crisis global como la que estamos viviendo América Latina necesita remover a un secretario de la OEA que no solo no resuelve problemas graves ni construye unidad sino que por el contrario se dedica a generar conflictos, dictaduras y desintegración.

Latinoamérica y el Caribe son territorios de paz que abogan por la libre autodeterminación de los pueblos. Que Luis Almagro siga desempeñándose como Secretario General de la OEA, impide estos procesos y no reviste ninguna garantía para que lo sucedido en Bolivia no pueda ocurrir nuevamente en ese país o en otro. La memoria, la verdad y la justicia debe garantizarse para que ningún crimen de Estado quede impune.

Por eso, desde ALBA Movimientos, exigimos la renuncia de Luis Almagro a la Secretaría General de la OEA. Hacemos un llamado a todas las organizaciones, líderes y lideresas políticas y sociales de la región y el mundo a hacerse eco de este llamado y adherirse a este pedido que busca borrar cualquier indicio de colonialismo e injerencia y aboga por la paz social.  

 

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