Las jornadas del 19 y el 20 de diciembre de 2001 fueron un antes y un después en la historia de Argentina, que hoy, 22 años después, parece volver a repetirse.

En las movilizaciones desarrolladas a nivel nacional pero cuyo epicentro se ubicó en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, el pueblo salió a las calles de manera espontánea en contra de las medidas del régimen de ajuste, flexibilización y desocupación que el gobierno neoliberal de Carlos Menem profundizó durante la década de 1990 y que llegó a su punto de mayor tensión en el gobierno subsiguiente de Fernando de la Rúa. Este profundo rechazo a las consecuencias de un modelo excluyente dio pie a la insurrección popular, de centenares de argentinos y argentinas que, empujados por el hambre y la desigualdad, se movilizaron de forma masiva para acceder a bienes de consumo básico como los alimentos, que producto de la crisis, la confiscación ilegal de los pocos ahorros, y la enorme desigualdad se convertían en bienes escasos. 

El 19 de diciembre de 2001 a las 10 de la mañana la Plaza de Mayo comenzó a llenarse de manifestantes, pocas horas después el gobierno nacional decidió criminalizar la protesta social adelantando un operativo policial que reprimió a trabajadores y trabajadoras, sindicalistas, integrantes de organizaciones, entre otros, dejando un saldo de 39 muertos y miles de heridos en todo el país. El nivel de conciencia del pueblo argentino se expresó con estas jornadas bautizadas posteriormente como El Argentinazo, y esta rebelión popular manifestó el rechazo a las condiciones de vida indignas a las que el modelo neoliberal empujó a vivir a la inmensa mayoría del pueblo argentino. 

Más de veinte años después de aquel 2001, los discursos de odio, el negacionismo, el plan de ajuste y la criminalización de la protesta vuelven a ponerse en escena tras el triunfo y la posesión de Javier Milei como el actual presidente de la República Argentina. Lamentablemente, estamos otra vez bajo un gobierno que representa a los sectores del poder político y económico vinculado a los intereses del imperialismo, después de un período de desarrollo de gobiernos de corte progresistas que buscaron construir alternativas al modelo neoliberal.

La receta neoliberal de hoy en Argentina es la misma que ya conocemos: habrá menos industrias, una pérdida constante de empleos formales como sucedió en la década del ‘90, y se priorizarán los intereses de las grandes corporaciones por encima de los derechos del pueblo.  Esta receta que gobierna hoy Argentina, cuenta además con el apoyo de los grandes medios de comunicación, que no sólo refuerzan las narrativa contra las clases populares, sino que también, sacan ventaja de este modelo de gobierno para sus negocios privados.

El desarrollo de las medidas de gobierno que lleva anunciadas Javier Milei a tan solo una semana de haber asumido la presidencia no van a decantar en otra cosa que en un enorme rechazo popular que pondrá freno, una vez más, a la voracidad neoliberal que busca engrosar las arcas de una pequeña minoría a costa de los derechos de las grandes mayorías. A 20 años de la crisis que cambió la vida de los argentinos y las argentinas, hay un pueblo organizado que sabe salir a las calles para defender sus derechos conquistados.  

El pueblo de América Latina y el Caribe desde siempre ha admirado la fortaleza y dignidad del pueblo argentino como el mejor de los ejemplos de lucha y resistencia. Esta vez, con la memoria viva de aquel 2001, las y los acompañamos en las calles y las plazas, desde todos los rincones de Nuestra América. No fue solo el pueblo argentino el que dijo Nunca Más, fue toda la Patria Grande que hoy lo abraza y lo acompaña en su lucha contra la ultraderecha, el negacionismo y el modelo neoliberal a ultranza que busca implementar Javier Milei.