Hoy, 8 de octubre de 2025, a 58 años del asesinato del Comandante Ernesto “Che” Guevara en Bolivia, las Juventudes en Lucha de América Latina y el Caribe alzamos nuestras voces para rendir homenaje a su vida, a su entrega internacionalista, a su ética revolucionaria y para afirmar que su proyecto sigue vivo en cada joven que lucha por una Nuestra América contra del imperialismo, el capitalismo, el racismo y el patriarcado.
Las Juventudes en Lucha de América Latina y el Caribe de ALBA Movimientos y de la Asamblea Internacional de los Pueblos somos la estirpe de esa conciencia despierta. Somos el torrente que mana de Martí y Sandino, de Mariategui y Mella, de Bolívar y Manuela Sáenz, de Fidel y Chávez. Somos la fuerza que se nutre del coraje de Berta Cáceres, de la dignidad de Marielle Franco y del espíritu combativo de Salvador Allende. Somos los y las jóvenes y estudiantes mártires panameños de enero de 1964. Somos, pues, las hijas e hijos del Che, y llevamos su fusil moral al hombro.
Somos testigos del declive del imperio norteamericano y blanco principal de sus cada vez más virulentas agresiones. En un continente amenazado y cada día más militarizado, presenciamos un recrudecimiento de su intervencionismo en la región.
Donald Trump y sus secuaces políticos, reactivan viejas estrategias de dominación con nuevos rostros: el pretexto de la «guerra contra las drogas», el bloqueo económico a naciones soberanas como Cuba y Venezuela, así como la amenaza militar directa en sus costas, el saqueo de nuestros bienes comunes y el financiamiento directo de proyectos de ultraderecha. Mientras Washington respalda el genocidio del pueblo palestino, extiende también su injerencia sobre América Latina para garantizar su control sobre nuestros territorios, minerales, energía y soberanía. Frente a esta avanzada neocolonial, nuestros pueblos se organizan, resisten y construyen poder popular y democracia desde abajo, en cada rincón de nuestra Patria Grande.
En este contexto, afirmamos que la solidaridad internacionalista es una herramienta fundamental de nuestra lucha: la injusticia cometida contra cualquier pueblo, en cualquier parte del mundo, debe indignarnos y movilizarnos. Nos organizamos en las escuelas, en los campos, en las fábricas, en las universidades, en las redes, en los territorios indígenas, afrodescendientes y campesinos, allí donde nace la esperanza. En cada villa, favela, barrio o comunidad, en cada movilización que enfrenta al fascismo y al neoliberalismo, en cada bloqueo campesino, en cada huelga estudiantil. En cada joven que se atreve a luchar y soñar un mundo sin explotación, sin excluidos y sin hambre, sin violencia racial ni de género; ahí renace el Che. Y allí, en cada territorio, denunciamos las atrocidades cometidas contra nosotras y nuestras hermanas y hermanos. En un mundo que es empujado por el sistema a la precarización, individualización, explotación en todas sus formas, nuestra meta no es solo luchar contra el modelo cultural del capitalismo, sino construir nuestro socialismo del siglo XXI, un mundo sin explotados ni explotadores, donde el ser humano sea plenamente humano.
Nuestra lucha es integral, el antiimperialismo debe ir de la mano con la erradicación de todas las formas de explotación. Exigimos la soberanía innegociable, el irrestricto derecho a la autodeterminación y al desarrollo de nuestras naciones, libres del chantaje económico, de las bases militares y de la injerencia política de las potencias hegemónicas.
Nuestras tareas son muchas y nuestros desafíos aún más, pero día a día militamos con la convicción de que debemos fortalecer la solidaridad internacionalista, capilarizar el trabajo de base en nuestras organizaciones, promover la lucha de masas y construir en unidad.
¡Por la soberanía y dignidad de nuestros pueblos! ¡Organicemos la esperanza!
¡Hasta la Victoria Siempre, Juventudes de Nuestra América!