Desde ALBA Movimientos hacemos un llamado internacional a las organizaciones populares, a los gobiernos progresistas, y a todos y todas que busquen la paz, a redoblar esfuerzos para detener las agresiones de los EE.UU y sus aliados en la región en contra de la República Bolivariana de Venezuela, una situación agravada en las últimas semanas por la instrumentalización de grupos armados narcotraficantes y de crimen organizado colombianos en territorio venezolano, que han desplegado sus actividades militares en contra de la población civil, la infraestructura y la economía de la región fronteriza, específicamente sobre La Victoria, estado Apure. Todos esos sucesos han sido utilizados cínicamente por los medios de comunicación para desinformar y mostrar al gobierno bolivariano como el responsable de la situación y ocultar al verdadero responsable que es la oligarquía colombiana, que se niega a implementar sus compromisos con el Acuerdo de Paz, porque han estructurado un orden social hecho a la medida de la agenda de dominación imperialista en la región: centrado en la guerra, la extracción y el narcotráfico.
Los ataques de estos grupos a objetivos estatales, luego uso de armamento de alto calibre, cargas explosivas y zonas minadas causaron una gran zozobra dentro de la población de la Victoria y junto con la guerra psicológica desatada vía redes sociales generaron un desplazamiento inicial de varias familias que fueron utilizadas por el mainstream para vender la matriz de opinión imperialista de demonización del gobierno venezolano. Posteriormente la acción del gobierno permitió contener un poco a los grupos de crimen organizado, el papel del pueblo organizado ha sido determinante para devolver la tranquilidad y la confianza a la gente a través de asambleas y diálogo permanente con la gente, atención social, jornadas médicas, distribución de alimentos. La Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora (CRBZ) ha estado al frente de este proceso en conjunto con las autoridades locales, regionales y nacionales. La unidad del pueblo y la unión cívico militar han sido un factor clave en esta batalla.
Estos hechos violentos demuestran que Venezuela sigue siendo el principal objetivo en el radar geopolítico del imperialismo en la región. Aunque haya cambiado su gobierno, EE. UU. continúa impulsando el llamado “cambio de régimen”, violentando la soberanía nacional venezolana y participando de forma abierta en una guerra multidimensional. Una ofensiva imperialista apoyada por un grupo de gobernantes de la región, encabezada por el presidente colombiano Iván Duque, que utilizan la amenaza de uso de la fuerza y practican un bloqueo brutal de alimentos y medicamentos, con ilegales sanciones, acusaciones judiciales, embargos, para desestabilizar la política interna del hermano país bolivariano. Una bitácora de la guerra híbrida, que ejerce un asedio permanente ante la digna y potente resistencia del pueblo venezolano en defensa de su proyecto de independencia y soberanía.
La presencia de grupos armados de Colombia en territorio venezolano no es nueva, es una vieja carga que impulsó al gobierno bolivariano a participar como facilitador en los diálogos que condujeron al Acuerdo Final de Paz en el 2016 y al inicio de los diálogos con el ELN. Un enorme esfuerzo logístico y político que el militarismo del actual presidente colombiano no reconoce, ni agradece, todo lo contrario, ha puesto toda la estructura de poder guerrerista, y utilizan la existencia del conflicto armado interno, para internacionalizar su narrativa de guerra y al mismo tiempo estigmatizar al campo popular latinoamericano. Venezuela no está en guerra con nadie, le están llevando la guerra colombiana como un factor más de desestabilización y provocación.
El clima de frustración en torno a la paz que promueve el uribismo ha condensado una bruma tras la cual proliferan nuevos grupos armados. Con la creciente militarización de los territorios rurales y el re-encauche de la fracasada “guerra contra las drogas”, el gobierno de Colombia ha seguido genuflexo las orientaciones de EE. UU. para imponer por la fuerza lo que la oposición parlamentaria y la organización popular le impiden en las calles. El gobierno de Duque ha permitido la expansión paramilitar hacia zonas que antes eran de influencia insurgente, en especial a la frontera con Venezuela, Ecuador y Perú, al tiempo que las Fuerzas Armadas colombianas se descomponen ante la dinámica del narcotráfico. Un panorama de descontrol y caos que amenaza a los países vecinos y tiene como objetivo mantener la guerra como centro de la política colombiana.
La transgresión de fronteras, las incursiones paramilitares, los conflictos asimétricos y la amenaza imperialista, fueron consideradas en la Doctrina de Defensa Bolivariana formulada durante la primera década de nuestro siglo, y en función de ello ha sido la actuación de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana durante las últimas semanas de conjunto con la estructura del Estado y las organizaciones del pueblo organizado. Sin embargo, recordamos la postura del comandante Hugo Chávez en la Cumbre de Río, realizada en 2008 en Santo Domingo, con motivo de las tensiones derivadas del bombardeo de Colombia en territorio ecuatoriano, donde manifestó: “cerremos definitivamente la ventana que se abrió hacia un conflicto ya internacional”. Hugo Chávez, y luego el presidente Maduro, han defendido la paz como un principio integrador de los pueblos, reconociendo el anhelo latinoamericano de no transitar por ningún conflicto armado en nuestra región.
Por eso, desde ALBA Movimientos, siempre hemos puesto La paz por encima de la guerra y hemos trabajado y trabajaremos para que la paz sea la paz de los pueblos, con buen vivir y justicia social, desde el respeto a la autodeterminación y la soberanía de los pueblos.
Denunciamos la campaña, como parte de esta guerra híbrida, desplegada contra el pueblo y el gobierno de Venezuela, así como toda violación de su soberanía.
Invocamos de nuevo ese postulado de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños-CELAC, para construir una “América como territorio de paz y libre de armas nucleares”, que contemple un llamado urgente y unánime para que se logre: a. el restablecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales entre Colombia y Venezuela; b. La implementación del Acuerdo Final de Paz en Colombia con las FARC, y se avance en el mismo sentido con el ELN, logrando la paz completa; c. Se desarticule el paramilitarismo y se defienda el respeto a la autodeterminación de los pueblos.
Por la unidad y el Buen vivir de nuestros pueblos, pongamos la vida por encima del capital, pongamos la paz por encima de la Guerra.