No es la primera vez que un presidente nuestroamericano planta bandera contra el hambre imperialista del huésped de turno de la Casa Blanca. Siguiendo el ejemplo de los mejores, el presidente Gustavo Petro, cumpliendo el mandato del pueblo que lo eligió, ha defendido con valentía y orgullo la dignidad de Colombia y con ella de toda Nuestra América, frente a los tratos inhumanos y degradantes que enorgullecen al presidente Trump y toda su pandilla xenófoba y fascista.
La enseñanza de este episodio de dignidad para Nuestra América y de vergüenza para EE. UU. y sus cómplices en nuestros países, es que ante el atropello imperialista la solución nunca puede ser bajar la cabeza, sino alzar el puño y, también, mostrar las armas con las que contamos los pueblos, incluyendo la de los pueblos que se han hecho, aunque sea mínimamente, el logro de un gobierno. La enseñanza es que el miedo y la preocupación tiene que cambiar de bando y que retroceder un solo milímetro implica darle un kilómetro de ventaja a nuestros enemigos. Enseña también que, a la hora de los hornos, las oligarquías nacionales pactarán con EE. UU., incluso en contra de sus intereses nacionales. El pueblo llano no debe olvidar a quiénes alegraron y quiénes se preocuparon por el intercambio vivido durante varias horas entre domingo y lunes.
La prensa hegemónica, local y global, ha intentado mostrar la resolución de la tensión diplomática entre Colombia y Estados Unidos como un “retroceso” de las declaraciones de Petro e inclusive un arrepentimiento sobre la clase de historia y dignidad que dio al mundo en sus declaraciones del pasado domingo 26 de enero. Sin embargo, la realidad es que muy por el contrario, ha sido una victoria al poner en evidencia la naturaleza neofascista del régimen de Trump, al desenmascarar el modus operandi de esos vuelos indignos y por el hecho de haber obligado, de facto, a sentarse a negociar las condiciones de su nefasta política xenófoba de deportaciones masivas.
En ALBA Movimientos sabemos que el reciente episodio de tensión diplomática entre Colombia y Estados Unidos trasciende la anécdota y se convierte en una cuestión de soberanía y dignidad para toda Nuestra América. Entendemos que las declaraciones del presidente Petro constituyen una declaración de principios de exigencia de respeto por nuestro continente, como él mismo lo planteó. En ese sentido, esperamos que en adelante la política con los Estados Unidos en materia militar, económica y comercial se haga bajo el mismo principio de exigencia de respeto a nuestra soberanía e independencia.
Nos sentimos convocados y convocadas a defender ese proyecto que hace más de 200 años el Libertador Simón Bolívar impulsó en contra de la Doctrina Monroe que tiene hoy en la cara de Donald Trump su versión más trasnochada y decadente.
Colombia se respeta, Nuestra América se respeta. A nuestros pueblos se los trata con dignidad. «Los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas y hemos de andar como la plata, en la raíces de los Andes», sentenció José Martí. Si el gigante de las siete leguas no pasa por Colombia, no podrá pasar por ninguno de nuestros países.