La integrante de Marcha Patriótica, Laura Pinzón Capote, analiza la situación que vive Colombia, la publicación de la cifra de líderes asesinados desde la firma de los Acuerdos de Paz de La Habana y la reciente visita de Mike Pompeo a Cúcuta.

En la semana las Fuerzas Alternativas Revolucionarias del Común denunciaron que desde la firma de los Acuerdos de Paz de la Habana, 128 de sus miembros han sido asesinados. Por otra parte se dio a conocer que desde esa misma fecha más de 500 líderes fueron asesinados. ¿Qué reflexión te merece estas cifras abrumadoras?

Creo que en un país como Colombia, un país que lastimosamente sabe tanto de guerra, de militarismo, de intervencionismo norteamericano en su territorio; donde hay más de 7 bases militares, efectivamente esos son los efectos de una guerra de más de 60 años, en la cual el pueblo colombiano ha sido la principal víctima.

Es bastante particular hablar de que, si bien durante los últimos 3 años han sido asesinados más de 600 líderes, con más de 128 compañeros y compañeras del partido FARC; esa es una cifra que se suma a los más de 200 mil desaparecidos y desaparecidas en Colombia, a las más de 7 millones de personas que han sido obligadas a salir de sus casa en el campo para migrar hacia la ciudad. Es una cifra que, lastimosamente, hace parte de la caracterización de un conflicto del cual precisamente el pueblo colombiano está buscando salir.

Nosotros desde el movimiento social siempre hemos entendido que a través de la lucha social por la paz, por la justicia social, por la transformación de las causas originales de ese conflicto, es la única manera de superar cifras y estadísticas tan terribles como las que tenemos que vivir hoy en Colombia.

Esa Colombia de Iván Duque, esa Colombia con el gobierno del Centro Democrático, que bien sabemos es un presidente títere al servicio de los intereses, no sólo de la oligarquía nacional, no solamente del uribismo y de Álvaro Uribe Vélez -y lo que él representa- sino también a los intereses norteamericanos y de la derecha regional.

Efectivamente es un gobierno ultra neoliberal al cual no le interesan los derechos humanos y lógicamente va a ver en cada uno de los líderes sociales asesinados a un enemigo menos. Porque la labor de esos líderes, y defensores de derechos humanos es denunciar cómo el estado colombiano está ausente para garantizar los derechos mínimos, cómo incumple un acuerdo de paz; entonces se convierten en enemigos potenciales del Estado y por eso esa miopía selectiva que tiene el gobierno colombiano al respecto de los asesinatos.

En estos días la ONU fue otro de los actores que instó al gobierno colombiano a respetar los acuerdos de paz, de hecho para el 25 hay convocado un paro nacional coordinado entre organizaciones sociales, sindicatos y el campesinado, algo que no tiene precedentes al menos en el pasado reciente.

Si, precisamente este paro nacional responde a esa caracterización del conflicto. Es un paro que enlaza todas las razones que hoy tienen a Colombia en uno de esos momentos más críticos. No solamente en el campo, que siempre ha sido ese lugar de resistencia, de denuncia y de organización, sino también cómo efectivamente el modelo neoliberal a ultranza que hay en el país y que nunca ha dejado de estar sino todo lo contrario, se ha perpetuado y profundizado, precisamente afecta no solamente al campo sino también a las ciudades y a toda la población civil (estudiantes, mujeres, docentes, a las personas del campo, a niños y niñas).

Un Estado como el estado terrorista colombiano, donde no se respetan los derechos humanos, efectivamente afecta la vida cotidiana de cualquier sector social del país. Bajo esa necesidad y sobre todo con dos grandes banderas es que se cita este próximo paro.

Por un lado la defensa de la paz, que para el pueblo colombiano es una herramienta de exigencia al Estado colombiano de su cumplimiento. Más que un acuerdo entre el gobierno y las FARC para beneficiar a uno o a otro, es un acuerdo que tiene en el centro al pueblo colombiano que busca mejorar sus condiciones materiales para poder salir de tantos años de guerra y de conflictos tan duros y tan sangrientos.

Por otro, el rechazo al Plan Nacional de Desarrollo que contempla la profundización de las medidas neoliberales, la continuidad del achicamiento del Estado, la tercerización laboral; las típicas conductas que bien conocemos del neoliberalismo.

Hace poco estuvo de visita por el territorio colombiano el Secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo ¿Qué lectura hacés de su visita a Colombia?

Esa visita norteamericana a todo el territorio latinoamericano, precisamente habla de una situación bastante compleja en términos del momento en el que se encuentran los movimientos sociales y los gobiernos que fueron populares –que están en proyecto de retornar al poder- o los gobierno populares que aún se mantienen en el poder del Estado.

Precisamente países como Colombia están sirviendo una plataforma de intervencionismo en la región. Colombia -lastimosamente- siempre ha funcionado como esa plataforma, ha sido esa aliada perfecta de los EEUU para afectar la región, sobre todo teniendo a Venezuela como vecina. Somos como ese terreno perfecto para poder violentar y amenazar.

Esta visita de Pompeo y de los distintos miembros del gobierno norteamenricano, está orientada a organizar planes. No solamente intervencionismo militar, que muchas veces desde los medios hegemónicos sólo se ve esa perspectiva, sino otro tipo de intervencionismo –inclusive más complejos- que tienen herramientas de guerras híbridas y de guerra comunicacional, que efectivamente afectan la soberanía de un país como Venezuela y de los países de la región en términos de proyecto político.

Se quiere instalar la idea de que el único gobierno o proyecto de país posible, es el de Colombia. Proyecto que -lastimosamente- es totalmente alejado de los derechos humanos, que no contempla la diferencia, ni la acción política popular y que solamente contempla la participación de los de siempre en los mismos lugares de poder, y que efectivamente hace que Colombia sea el país más desigual de América después de Haití.

Teniendo en cuenta la llegada de Colombia Humana a la vida política del país, lo que significó ese proceso electoral que encabezó a Gustavo Petro -hecho que posibilitó un gran arco de coordinación entre diferentes expresiones sociales-; teniendo en cuenta las políticas que viene implementando Duque, que no varían mucho de las que ya había hecho Uribe ¿Qué perspectivas tienen de cómo se pueden ir resolviendo algunas de estas confrontaciones? ¿Va a imponerse Duque y la política neoliberal o se le puede torcer la vara?

Creo que estamos en un momento de reorganización del movimiento social. Efectivamente ya sabíamos cual era la caracterización del gobierno de Duque, por lo que no nos sorprendió. Por eso mismo se buscó que no se continuara con ese proyecto de país. Tampoco desligamos al gobierno de Juan Manuel Santos haya sido un gobierno neoliberal, protector del capital nacional y transnacional, de la explotación de nuestros territorios para fines de multinacionales.

Entendemos que en términos estratégicos de paz tenían perspectivas distintas pero en realidad, en términos de la raíz política del proyecto de país, son bastante similares. No olvidamos nunca que Juan Manuel Santos fue el Ministro de Defensa de Álvaro Uribe Vélez. Pero precisamente en esa continuación de gobiernos de derecha, el gobierno de Duque iba a ser un gobierno de esas características.

Por ahí uno, a veces, espera que no sean tan mezquinos como uno ya sabe, pero efectivamente lo son y lo pueden ser aún más. Por eso la reorganización social está en un reto bastante grande que con la candidatura de Gustavo Petro y todo lo que se generó alrededor de la Colombia Humana, de escenarios de unidad pese a los distintos colores o banderas que levantamos desde el movimiento social, supimos ver en la candidatura de Gustavo Petro, en su movimiento, una posibilidad de transformar esa historia de 200 años de poder de la oligarquía. Lastimosamente no lo logramos, porque tampoco es fácil.

Hacer campaña durante meses contra una campaña de 200 años, de una derecha ya instalada; de la criminalización del movimiento social, del pensamiento crítico, es bastante difícil. No lo logramos, pero efectivamente situaciones como el Paro Nacional o como la Minga por la vida, la paz y la defensa de los territorios, son muestra de que hay organización durante de los gobiernos de derecha, que ya había movilización social y que nuca se ha reducido la misma.