Tumba el bloqueo

 

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Un nuevo capítulo de la saga del castigo colectivo al que es sometido el pueblo cubano por parte del imperialismo estadounidense se vive ahora mismo. Desde el pasado viernes, Cuba ha sufrido varios fallos totales del sistema electroenergético nacional que dejaron sin electricidad  a toda la isla, con lo que esto conlleva: corte en los sistemas de comunicaciones, hospitales, transporte, educación, funcionamiento de instituciones, entre otras actividades vitales para cualquier país.

Adicionalmente, en el Oriente del país se enfrentan los embates de la llegada de un nuevo huracán.
De manera dramática, cobran vida las palabras que inauguraron la política de genocidio contra Cuba, hace más de sesenta años: «El único medio previsible de enajenar el apoyo interno [a la Revolución] es el desencanto y la desafección basados en la insatisfacción y las penurias económicas. (…) una línea de acción que, siendo lo más hábil y discreta posible, haga las mayores incursiones para negar dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios monetarios y reales, para provocar hambre, desesperación y derrocamiento del gobierno». 

Nadie puede atribuir específicamente este virtual colapso del sistema eléctrico cubano a una medida puntual del gobierno de los Estados Unidos: sería demasiado simplista y no se corresponde con la realidad. Es el resultado de una larga estrategia de destrucción planificada de las condiciones materiales y espirituales de vida de la población cubana. La evidencia disponible demuestra que con los recursos financieros que le son negados a Cuba, en virtud de la política de bloqueo, en solo 18 días se acumula un daño cuyo monto es equivalente al coste anual del mantenimiento del sistema eléctrico del país.

La inclusión de Cuba en una espuria e ilegal lista de “países patrocinadores del terrorismo” por parte del gobierno de los Estados Unidos ​​confeccionada de forma unilateral y sin mandato internacional para ello, con pretextos que no soportan un contraste con la realidad, agrava dramáticamente las posibilidades de obtener, procesar y disponer de los recursos financieros imprescindibles para el funcionamiento de la economía nacional. Ningún país del mundo enfrenta ese drama, en esas condiciones.

La principal consecuencia de esta política del imperio estadounidense contra el pueblo cubano es la desestructuración de la vida económica del país, con la destrucción planificada y quirúrgica de las principales fuentes de ingreso. Buscan el derrocamiento violento dpor la vía de la sublevación popular. El agresor está muy claro: la Casa Blanca, en eso no hay confusión ninguna.

El momento actual en Cuba es de angustia y tensión, producto del sufrimiento inducido por el bloqueo criminal. No se trata sólo del fallo total del sistema eléctrico, sino de los efectos acumulados de la crisis agravada por la política estadounidense que en los últimos cinco años se ha vuelto cada vez más clasista y dirigida a socavar el papel del Estado cubano en la satisfacción de las necesidades básicas de la población, mientras intenta privilegiar a un incipiente sector privado, incapaz por su condición de proveer los niveles y amplitud de la justicia social alcanzada por la Revolución. 

Los años recientes han sido de sufrimiento para el pueblo cubano y los sucesivos gobiernos de Estados Unidos han permanecido inamovibles en su política, así fue mientras se le negaba a Cuba el oxígeno medicinal en medio de la pandemia de la covid-19, mientras ardían los principales depósitos de combustibles del país durante más de una semana, y atravesaban varios huracanes el territorio nacional con su saldo de destrucción.

Es un momento de tensión también porque, a pesar de la probada resistencia del pueblo cubano, extendida por varias generaciones ya, es real la presencia del descontento, incluso de la desesperanza en algunos sectores de la población, hábilmente aprovechado por la reacción contrarrevolucionaria, en Cuba y, sobre todo, fuera de Cuba para intentar asestar el golpe definitivo a la Revolución. Se usa en este minuto todo el aparato de presión psicológica para inducir un estallido social de consecuencias imprevisibles, utilizando como base y pretexto las legítimas expresiones de malestar social producto de la actual situación, sus acumulados y posibles salidas.

Además de la solidaridad militante, imprescindible en estas circunstancias, el llamado a las organizaciones es a mantenerse atentas a la evolución de la situación, a denunciar la responsabilidad histórica y actual del imperialismo estadounidense en la misma, a presionar a los gobiernos y las organizaciones de nuestra región para que realicen acciones concretas hacia el pueblo cubano que ayuden a superar la crisis, a comprender la complejidad del momento y acompañar la resistencia, también extenuante, del pueblo cubano. Estados Unidos está asfixiando al pueblo cubano, y es un deber de nuestra región denunciarlo y combatirlo. En tan solo días, nuevamente se votará en la ONU el rechazo al bloqueo impuesto a Cuba, y es fundamental que los pueblos y organizaciones sociales y populares de la región y el mundo sigamos atentamente y repudiamos a aquellos países que con crueldad se opongan al levantamiento de la medida contra Cuba.

En 1961, tras la derrota de la invasión mercenaria, Fidel Castro dijo que después de Girón «los pueblos de América Latina y el Caribe fueron un poquito más libres». No nos engañemos: la suerte del pueblo cubano hoy es, también, la suerte de los pueblos de nuestra región. Es cierto que nadie puede luchar en nuestro lugar, pero es más cierto todavía que sólo vencen los pueblos que no se rinden y, en esa convicción profunda, Nuestra América es una sola.

Intentar apagar, literalmente, a Cuba, es intentar apagar, metafóricamente, la Revolución Cubana y cualquier esperanza en nuestra región. Como Prometeo, cuando robó el fuego y lo entregó a la humanidad, el pueblo cubano ha sido castigado a ser devorado por un águila: de la solidaridad de los pueblos de nuestra región depende, también, superar la actual coyuntura.

 

¡Abajo el bloqueo genocida!
Manos imperialistas, ¡fuera de Cuba!

Manos solidarias, ¡este es el momento!
¡«Quien se levanta hoy con Cuba, se levanta para todos los tiempos»!