En las tierras del Che, de Evita, de las madres y abuelas de Plaza de Mayo, del Diego, de este sur, de San Martin y Juana Azurduy, en esta tierra de lucha y de memoria, más de 300 delegados y delegadas de 20 países de América Latina y el Caribe nos convocamos en la 3º Asamblea Continental de ALBA Movimientos. Tras la pandemia, en medio de un complejo y vertiginoso escenario global, y a cinco años de la última asamblea sucedida en Colombia en el año 2016, delegaciones de toda la región desarrollamos un intenso proceso de intercambio, debate y proyección estratégica de nuestra articulación de movimientos sociales y populares.
La región y el mundo cambiaron de modo radical en los años comprendidos desde nuestra última Asamblea. A nivel global, la pandemia del Covid-19 implicó un verdadero salto adelante, que agudizó muchas de las contradicciones sociales y geopolíticas ya presentes en el horizonte. Millones de muertes evitables, una distribución clasista y colonial de vacunas e insumos médicos, y el despuntar de un negocio multimillonario para las grandes corporaciones globales, fue el saldo parcial de los últimos dos años, pero sin duda, la última gran novedad regional -quizás un verdadero parteaguas histórico- es el despuntar de una nueva guerra europea, que tienen a Rusia y Ucrania en la mira mundial, que involucra a la OTAN y a los Estados Unidos como principales protagonistas, mantiene expectantes a otras potencias, y golpea de manera indirecta a las naciones del Sur Global, cuya verdadera esencia es la disputa de la hegemonía mundial.
En ese marco, nuestra región latinoamericana y caribeña fue protagonista de los efectos demoledores de la doble pandemia neoliberal y del COVID19: crisis económicas y sociales, empobrecimiento de las mayorías, carencias, hambre y desigualdad. Sin embargo, el contraste de la potencia de la vida en Nuestra América nos permitió ver que la solidaridad, la comunidad y la profunda creencia en lo colectivo hacen parte de nuestro ADN continental. Por supuesto, este contexto se presentó como un reto para los movimientos sociales y las organizaciones populares que impulsamos ALBA Movimientos, pues siendo la calle y el campo nuestro principal lugar de construcción, tuvimos que encontrar nuevas formas de articulación e integración. Sin embargo, siempre tuvimos como horizonte el reencuentro físico en lo que sería nuestra III Asamblea Continental.
Llegamos a Buenos Aires preparados y preparadas para analizar, reflexionar y construir propuestas de acción para transformar la realidad de nuestro continente y consolidar más lazos de unidad entre las organizaciones que nos convocamos en el ALBA y que soñamos y construimos a diario con el horizonte de la Patria Grande.
Argentina nos recibe en medio de un momento histórico de lucha contra el Fondo Monetario Internacional. Nos abrazamos con ellos y ellas en su lucha anti neoliberal con calor de barricada como en el 2001, y agradecemos y admiramos su historia de lucha por la memoria, la verdad y la justicia por las y los 30.000 detenidos y detenidas desaparecidas.
El imperialismo norteamericano y sus socios europeos han avanzado mucho desde su contraofensiva lanzada hace ya más de una década: dictaduras, golpes de estado, menores victorias electorales, y el despliegue de todas las formas de intervención englobadas bajo el paraguas de la guerra híbrida se han aplicado sin piedad sobre nosotros, y sobre nuestro continente.
Desde modelos de “seguridad” de exportación como los impulsados por las empresas privadas en el caribe, que envían grupos paramilitares y de mercenarios a asesinar selectivamente y a intentar golpes de Estado como fue la Operación Gedeón en Venezuela, pasando por la instalación de bases militares norteamericanas en nuestros territorios, o la implementación del Narcotráfico como un método de disciplinamiento y violencia contra las y los jóvenes en los barrios populares, para generar enormes ganancias para señores ricos de clase acomodada.
La represión estatal y paraestatal ha sido moneda corriente en nuestra región. Lo vemos en la región mesoamericana donde cientos de líderes y lideresas comunitarias que defienden la vida, el agua y los bienes comunes, son asesinados a diario; o en Haití, donde la violencia de las pandillas se incrementa cada vez más con el objetivo de desestructurar el tejido popular y las organizaciones sociales, y donde el pueblo haitiano tiene que no sólo enfrentar los altos niveles de violencia y pobreza que trajeron consigo las llamadas “misiones humanitarias” que no fueron otra cosa que avanzadas coloniales, sino enfrenta medidas como la construcción de un Muro en la frontera con República Dominicana con financiamiento israelí, haciendo una herida de inhumanidad en la rebelde isla de Quisqueya. La OEA, la ONU y la extrema derecha en Haití son responsables del deterioro de las condiciones de vida del pueblo haitiano que sufre los embates de un proyecto de extrema derecha que se mantiene con el actual gobierno.
También lo vemos a diario en Colombia, donde el recrudecimiento de la guerra, la profundización del paramilitarismo, la persecución, la criminalización y la violencia política en contra de las y los lideres sociales y firmantes de paz en diferentes regiones del país dejan en evidencia las consecuencias de la ambición imperialista estadounidense en nuestro continente, donde ya ni siquiera es noticia la permanente violación de DDHH por parte de las fuerzas de seguridad, como sucedió con los medios hegemónicos durante el Paro Nacional de 2021 bajo el gobierno de Iván Duque quien continúa incumpliendo los acuerdos de paz firmados en 2016.
El avance de la derecha fascista constituye una de nuestras principales preocupaciones, por lo que denunciamos el avance fascista de Jair Bolsonaro en Brasil que, a través de la violencia estatal y parapolicial, asesina militantes sociales y desangra los derechos del pueblo brasilero, que se encuentra esperanzado con miras a lograr consolidar una victoria con Lula en octubre de 2022. Asimismo, rechazamos los permanentes intentos de golpe contra el gobierno democráticamente electo de Pedro Castillo en Perú, quien se enfrenta con la derecha fujimorista y sus permanentes ofensivas antidemocráticas.
La pobreza que ha dejado el capitalismo y el imperialismo en nuestra región se ve reflejada en la crisis migratoria que atraviesa Mesoamérica, donde masivas migraciones se dan como consecuencia de las exclusiones, la ausencia de oportunidades, la represión de los gobiernos autoritarios en contra de los pueblos, y el despojo de los territorios de decenas de pueblos originarios en la región.
La independencia y la lucha por la soberanía es una de las más importantes herencias que nos dejaron nuestros padres y madres libertadores. Por esto, denunciamos la ocupación de Inglaterra en las Islas Malvinas y exigimos el reconocimiento de la soberanía argentina sobre su territorio. Además de la presencia de la base militar de la OTAN más grande en el atlántico sur. “Las Malvinas son argentinas, y son latinoamericanas”. También acompañamos el reclamo del pueblo puertorriqueño por su independencia de los Estados Unidos.
Denunciamos la política genocida y criminal del gobierno norteamericano contra el pueblo cubano y su Revolución, que en los últimos tres años enfrentó 243 medidas para exterminarlos. Lo anterior se suma a la hostil política de más de 60 años de bloqueo económico, financiero y comercial que es el principal impedimento para el desarrollo económico de este hermano país.
ALBA Movimientos reafirma, puño en alto y con el corazón hinchado, su defensa irrestricta de la Revolución Bolivariana de Venezuela, de la Revolución Cubana, del proceso de cambio en Bolivia, porque somos hijos e hijas de Chávez, hijos e hijas de Bolívar, hijos e hijas de Túpac Amarú, hijos e hijas de Dessalines.
En este marco, y tras revisar, ampliar y calibrar nuestras bases históricas, reafirmamos nuestros seis principios fundamentales: la unidad de Nuestra América y el internacionalismo; la batalla ideológica-cultural y la descolonización; la defensa de la Madre Tierra y la soberanía de los pueblos; la economía para el buen vivir; la democratización y construcción de poder popular; y los feminismos populares.
A partir de estas bases, acordamos también, en esta Tercera Asamblea Continental, una serie de prioridades y desafíos que orientarán el trabajo político de nuestra articulación durante al 4 menos los próximos cuatro años:
- La defensa desde los pueblos de los procesos de transformación más radicales de nuestra región, partiendo de la premisa del comandante Fidel Castro: “con la revolución todo, contra la revolución nada”.
- La consolidación de alianzas con gobiernos progresistas, populares y de izquierda, desde la autonomía y libertad de acción de los pueblos y sus expresiones organizativas.
- La práctica de un internacionalismo vivo, solidario y concreto, y el desafío de masificar su práctica y conciencia en las bases de las organizaciones sindicales, campesinas, indígenas, afrodescendientes, de mujeres, juveniles, ambientales y de todo tipo.
- El refuerzo de nuestro Sistema Continental de Formación Política, de nuestras iniciativas comunicacionales, de nuestras campañas de solidaridad y nuestras brigadas internacionales.
- El apoyo y el estímulo a los procesos de descolonización, aún fatalmente inconclusos, recogiendo el legado de nuestros héroes y heroínas históricas de nuestras revolucionas de independencia, así como la defensa de nuestra soberanía en territorios, desde las Islas Malvinas hasta Guantánamo, desde la Isla Navaza hasta la Guayana Esequiba.
- La participación de ALBA Movimientos, en tanto articulación regional, en el seno de la Asamblea Internacional de los Pueblos (AIP), expresión de la unidad política de los pueblos de Asia, África, la región árabe-magreb, Europa, Norteamérica y América Latina y el Caribe. La integración y unidad de internacionalista de nuestra región es condición necesaria, pero no suficiente, para hacer frente al sistema capitalista global.
- El fortalecimiento de una estructura orgánica que nos ha permitido actuar de forma unitaria a nuestra articulación, desarrollar capítulos nacionales y priorizar la unidad en la diversidad en iniciativas como las escuelas de formación, las campañas de solidaridad, los procesos comunicativos, las brigadas internacionales y muchas otras.
Desde el sur del mundo, lanzamos un llamado continental a la organización y la lucha. Estamos seguras y seguros de que, aún en tiempos difíciles, o mucho más en ellos, es tiempo de Nuestra América, porque el tiempo de América, el tiempo de los pueblos, nunca acaba.
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English version
“It’s time for Our America”: ALBA Movements Assembly concludes in Argentina
In the lands of Che, of Evita, of the mothers and grandmothers of Plaza de Mayo, of Diego, of this south, of San Martin and Juana Azurduy, in this land of struggle and memory, more than 300 delegates from 20 countries of Latin America and the Caribbean gathered in the III Continental Assembly of ALBA Movimientos. After the pandemic, in the midst of a complex and dizzying global scenario, and five years after the last assembly happened in Colombia in 2016, delegations from all over the region participated in an intense process of exchange, debate, and strategic projection of our platform of social and people’s movements.
The region and the world have changed radically in the years since our last Assembly. On a global level, the COVID-19 pandemic implied a real leap forward, which sharpened many of the social and geopolitical contradictions already present on the horizon. Millions of avoidable deaths, a classist and colonial distribution of vaccines and medical supplies, and the emergence of a multi-million dollar business for large global corporations, was the partial evaluation of the last two years. Undoubtedly, the latest great regional novelty -perhaps a real historical watershed moment- is the emergence of a new European war, involving NATO and the United States as main protagonists, keeping other powers on alert, and indirectly impacting the nations of the Global South. The conflict’s true essence is the dispute for world hegemony.
In this context, our Latin American and Caribbean region has been one of the most impacted by the devastating effects of the double neoliberal pandemic and COVID-19 experiencing: economic and social crises, impoverishment of the majorities, shortages, hunger, and inequality. However, the contrast of the strength of life in Our America allowed us to see that solidarity, community, and a deep belief in the collective are part of our continental DNA. Of course, this context presented a challenge for the social movements and people’s organizations that promoted ALBA Movimientos, as the streets and the countryside are our main places of building together, we had to find new forms of coordination and integration. However, we maintained the goal of a physical meeting in what would be our III Continental Assembly.
We arrived in Buenos Aires prepared to analyze, reflect, and build proposals for action to transform the reality of our continent and consolidate more bonds of unity among the organizations that are part of ALBA and that dream and build daily with the goal of the Patria Grande.
Argentina welcomes us in the midst of a historic moment of struggle against the International Monetary Fund. We embrace them in their anti-neoliberal struggle with the heat of the barricades as in 2001, and we appreciate and admire their history of struggle for memory, truth, and justice for the 30,000 disappeared detainees.
US imperialism and its European partners have come a long way since their counter-offensive launched more than a decade ago: dictatorships, coups, minor electoral victories, and the deployment of all forms of intervention under the umbrella of hybrid warfare have been applied mercilessly on us, and on our continent.
This is evident in the exportation of “security” models such as those promoted by private companies in the Caribbean, which send paramilitary and mercenary groups to selectively assassinate and attempt coups d’état as was the case with Operation Gideon in Venezuela. It also includes the installation of US military bases in our territories, and the implementation of drug trafficking as a method of disciplining and carrying out violence against young people in poor neighborhoods, to generate huge profits for wealthy lords of the ruling class.
State and para-state repression has been commonplace in our region. We see it in the Mesoamerican region where hundreds of community leaders who defend life, water, and the commons are assassinated daily. It is also present in Haiti, where gang violence is increasing with the objective of destroying societal unity and social organizations. Haitian people not only have to face the high levels of violence and poverty brought about by the so-called “humanitarian missions” that were nothing more than colonial outposts, but they also face measures such as the construction of a Wall on the border with the Dominican Republic with financing from Israel, creating a wound of inhumanity in the rebellious island of Quisqueya. The OAS, the UN and the extreme right in Haiti are responsible for the deterioration of the living conditions of the Haitian people who suffer the onslaught of an extreme right-wing project that continues with the current government.
We also see it daily in Colombia, where the intensification of the war, the deepening of paramilitarism, persecution, criminalization, and political violence against social leaders and peace signatories in different regions of the country make evident the consequences of US imperialist ambition in our continent, where the permanent violation of human rights by the security forces is no longer even news, as happened with the hegemonic media during the National Strike of 2021 under the government of Ivan Duque who continues to violate the peace agreements signed in 2016.
The advance of the fascist right-wing constitutes one of our main concerns, therefore we denounce the fascist advance of Jair Bolsonaro in Brazil who, through state and parapolice violence, assassinates social militants and cuts away the rights of the Brazilian people, who are hopeful with a view to achieve consolidate a victory with Lula in October 2022. Likewise, we reject the permanent coup attempts against the democratically elected government of Pedro Castillo in Peru, who is confronting the Fujimori right-wing and its permanent anti-democratic offensives.
The poverty left by capitalism and imperialism in our region is reflected in the migratory crisis that Mesoamerica is going through, where massive migrations occur as a consequence of exclusions, the absence of opportunities, the repression of authoritarian governments against the peoples, and the dispossession of the territories of dozens of native peoples in the region.
Independence and the struggle for sovereignty is one of the most important legacies left to us by our liberating fathers and mothers. For this reason, we denounce the British occupation of the Malvinas Islands and demand the recognition of Argentine sovereignty over its territory. In addition to the presence of the largest NATO military base in the South Atlantic. “The Malvinas are Argentine, and they are Latin American”. We also accompany the claim of the Puerto Rican people for their independence from the United States.
We denounce the genocidal and criminal policy of the US government against the Cuban people and its Revolution, which in the last three years faced 243 measures to exterminate them. This is in addition to the hostile policy of more than 60 years of economic, financial and commercial blockade, which is the main impediment to the economic development of this brotherly country.
ALBA Movements reaffirms, fist raised and with a full heart, its unrestricted defense of the Bolivarian Revolution of Venezuela, of the Cuban Revolution, of the process of change in Bolivia, because we are sons and daughters of Chavez, sons and daughters of Bolivar, sons and daughters of Tupac Amaru, sons and daughters of Dessalines.
In this framework, and after reviewing, expanding, and calibrating our historical bases, we reaffirm our six fundamental principles: the unity of Our America and internationalism; the ideological-cultural battle and decolonization; the defense of Mother Earth and the sovereignty of the peoples; the economy for good living; democratization and construction of popular power; and popular feminisms.
From these bases, we also agreed, in this Third Continental Assembly, on a series of priorities and challenges that will guide the political work of our organization for at least the next four years:
1. The defense from the peoples of the most radical transformation processes in our region, based on the premise of Comandante Fidel Castro: “with the revolution everything, against the revolution nothing”.
2. The consolidation of alliances with progressive, popular and leftist governments, based on the autonomy and freedom of action of the peoples and their organizational expressions.
3. The practice of a living and concrete internationalism based on solidarity, and the challenge of massifying its practice and awareness in the bases of trade union, peasant, indigenous, Afro-descendant, women’s, youth, environmental and all kinds of organizations.
4. The strengthening of our Continental System of Political Education, of our communication initiatives, of our solidarity campaigns, and our international brigades.
5. The support and encouragement to the processes of decolonization, still fatally unfinished, picking up the legacy of our historical heroes and heroines of our independence revolutions, as well as the defense of our sovereignty in territories, from the Falkland Islands to Guantanamo, from Isla Navaza to Guyana Esequiba.
6. The participation of ALBA Movements, as a regional process, within the International Peoples’ Assembly (IPA), the expression of the political unity of the peoples of Asia, Africa, the Arab-Maghreb region, Europe, North America and Latin America and the Caribbean. The integration and internationalist unity of our region is a necessary condition, but not sufficient, to confront the global capitalist system.
7. The strengthening of an organic structure that has allowed us to act in a unitary way in our process, develop national chapters and prioritize unity in diversity in initiatives such as training schools, solidarity campaigns, communication processes, international brigades, and many others.
From the south of the world, we launch a continental call for organization and struggle. We are sure and certain that, even in difficult times, or much more in them, it’s time for Our America, because the time of America, the time of the peoples, never ends.