«deme Venezuela en qué servirla,
ella tiene en mí un hijo»
José Martí
El movimiento popular nuestroamericano tiene numerosas tareas en la lucha contra el imperialismo y la ultraderecha reaccionaria en cada uno de nuestros países. El éxito de esas batallas locales pasa, también, por la supervivencia de los proyectos que han logrado ir más lejos en la lucha contra el capitalismo: Venezuela es uno de ellos.
Este domingo el pueblo venezolano está, nuevamente, convocado a las urnas para las elecciones parlamentarias y regionales que configurarán el mapa político de los próximos años.
Como viene sucediendo desde los primeros comicios ganados por Hugo Chávez, en 1998, cada proceso electoral se torna definitorio en el rumbo, el carácter, la profundidad y la fortaleza del proceso de cambios entonces iniciado. Desde 2013, tras la muerte del presidente Chévez, fundador de la República Bolivariana, cada elección ha sido un campo de batalla de proporciones aún mayores con una oposición reaccionaria que se ha negado, sistemáticamente, a reconocer cada una de sus derrotas y ha apostado, en todos los casos, por la ruptura del orden institucional consagrado por la Constitución de 1999: las más recientes elecciones presidenciales, en julio del año pasado, fueron la mejor demostración de ese camino.
El momento, sin embargo, tampoco es el mismo para el campo popular. Desde hace casi dos años el presidente Nicolás Maduro Moros y su equipo han impulsado el fortalecimiento del poder comunal como garantía de profundización del carácter popular y revolucionario del sistema político venezolano, en una clara apuesta por la superación del sistema democrático burgués.
El nuevo protagonismo alcanzado por las comunas, circuitos comunales, consultas populares y la renovada movilización callejera colocan a las fuerzas populares a la ofensiva, en medio de los feroces ataques combinados de la reacción ultraderechista interna y externa, en todos los casos títeres de la Casa Blanca y del Departamento de Estado de EE. UU.
A estas elecciones, la oposición llega, una vez más, dividida y desnuda en sus oscuros intereses, pero no por eso, menos peligrosa en su capacidad de provocar caos y desestabilización, como ya aconteció en julio y agosto del año anterior. También llega, una vez más, con el respaldo explícito del gobierno de Donald Trump dispuesto como está a aplicar una política de máxima presión sobre Caracas.
En las elecciones del domingo, las cuales buscan redefinir la composición de la próxima Asamblea Nacional y de las gobernaciones de los Estados, se juega mucho más que un simle voto: se trata de un mensaje que el pueblo venezolano envía sobre su opción estratégica de profundizar en un tipo de democracia verdaderamente popular.
ALBA Movimientos es consciente de que las importantes victorias del campo popular en los últimos 25 años solo podrán ser garantizadas con una correlación de fuerzas institucional en el parlamento y las gobernaciones que consolide las condiciones para la profundización del rumbo popular del proceso de cambios que necesita nuestro continente.
En ese sentido, ALBA Movimientos respalda, sin medias tintas, la posición del campo popular organizado de Venezuela y hace un llamado a sus organizaciones y articulaciones en todo el continente a hacer lo propio, manifestando su apoyo irrestricto al legado del presidente Hugo Chávez, expresado en esta ocasión en las urnas.
Asimismo, denuncia el contubernio criminal de la extrema derecha local, las oligarquías y gobiernos extranjeros y el imperialismo estadounidense para provocar un escenario de desestabilización y caos que cree condiciones para un cambio de régimen en Caracas.
Por último, ALBA Movimientos recuerda el axioma martiano que guía nuestro compromiso con nuestros pueblos en general y con el de Venezuela en particular: «Lo que Bolívar dejó sin hacer, sin hacer está todavía».
¡Completemos la obra de Bolívar!