Gonzalo Armúa

En 1959 un obrero metalúrgico argentino, militante sindical, trotskista, emprendió un viaje hacia el norte de África. Su misión: fabricar ametralladoras para la independencia de Argelia.

 

El 5 de abril, en una nota perdida de una actividad en una embajada en el norte de África, se leía sin mucho más detalle que “al finalizar el evento, ‘Mahmoud el argentino’  de 97 años, expresó sabias palabras en señal de homenaje al gran patriota y líder venezolano”. 

Un argentino, cuyo nombre es Mahmoud, rindiendo homenaje a Hugo Chávez en Argelia. Una historia de internacionalismo poco conocida. ¿Quien es y que hace ahí?

Para tener una idea del contexto hay que volver a la guerra de liberación (también conocida como revolución argelina) que estalló en 1954 para poner fin a la dominación colonial francesa que se había establecido desde 1830 y que, como todo proceso colonial, se sustentaba en la desigualdad económica, étnica, cultural y, por sobre todas las cosas, en la violencia. El terror fue el sello distintivo de las brigadas de paracaidistas franceses y los grupos paramilitares, encargados de reprimir, asesinar y torturar a este pueblo que se levantaba contra la metrópoli. 

El Frente de Liberación Nacional (FLN) de Argelia fue, en contrapartida, un ejemplo de la lucha antiimperialista en África y todo el mundo. Se había terminado de conformar en 1954 con la unidad de todas las fuerzas nacionalistas, revolucionarias y anticoloniales. 

Francia respondió a sus acciones con el envió de los paracaidistas del general Jacques Massu, quien torturó y ejecutó de manera sistemática a miles de personas. Estos métodos luego fueron replicados por los grupos de tareas de las dictaduras en el cono sur, entre ellas la de Argentina. 

En la década de 1950, Roberto Muñiz era un laburante, militante sindical en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y del Partido Obrero Revolucionario (POR). Junto a dos compañeros más, decidió sumarse a la causa argelina en 1959. 

Tres obreros matriceros argentinos viajaron a Marruecos a montar una fábrica de armas para el FLN. Los revolucionarios necesitaban imperiosamente de técnicos, gente con oficio. Hasta ese entonces sólo habían logrado producir granadas y la provisión de armas largas era insuficiente. Muñiz contó en una entrevista unos años después que llegaron a fabricar diez mil ametralladoras provistas cada una con diez cargadores, es decir, hicieron cien mil cargadores para la lucha por la independencia de Argelia.